EL SUEÑO.
Hace unos días, durante un sueño, Clío me hablo. Aun recuerdo su voz, en un escenario blanco inmaculado. En su mensaje me indicaba el camino, me recordaba a que he venido. Y es que cuando estás desorientado totalmente, no logras ver las señales. Hace un tiempo se vienen haciendo más fuertes, quiero pensar que es el camino correcto.
En la primera historia Clío me contó sobre la gran división, me dijo, es una metáfora o tal vez no lo sea, pero hace mucho tiempo existieron dos amantes, en un tiempo que no es como el nuestro, pues aquellos amantes no contenían sexo, ni género. Estaban hechos de la esencia, la primera gran masa. Compartían un cordón de vida que los unía, Geatzat, así se solía conocer. Hacía ya mucho desde la creación, pero pocos eran los que conocían la luz. Geatzat no estaba solo entonces, las otras esenciales también estaban presentes, y su guardián, el Ozetmar.
Geatzat, busco separarse un poco de los otros esenciales, necesitaba para ello contar con Ozetmar. Sin embargo, no fue posible, a ozetmár le parecía impertinente la idea, pues dicho alejamiento implicaba para el mismo su división. Después de un gran trabajo, Geatzat, logró convencerle, hablándole de lo beneficioso que sería para el mismo, pues así su trabajo se dividiría. Sin embargo, la decisión no estaba puesta solo en él. Estaba Ería quien estuvo de acuerdo también. Pero un esencial más también quería dicha separación para poderse encontrar con otra parte que estaba al otro extremo.
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