LAS TORRES DEL PARQUE
Las Torres Del Parque
En mi primera visita a Bogotá, justo cuando tomaba camino a Cali vi unas torres que me dejaron huella en la memoria. Aquellas eran Las Torres del Parque del arquitecto Rogelio Salmona. En 2012 realicé una visita a este espacio como parte de un curso, mientras estudiaba en la Universidad de los Andes. En ese momento sentí serían respondidas las preguntas que me habían generado aquellas Torres.
Resultó curioso desde el primer momento los espacios tan abiertos, de aseso tan publico. Ésto fruto de la presencia constante de Salmona; quien hizo todo para que los habitantes de este lugar no encerraras entre muros y rejas un espacio hecho para integrarse con la ciudad. Al parecer resultaba controvertido ante una sociedad de mestizos clasistas que lo publico promueva una sociedad más equitativa. Salmona quien venía de estudiar en Europa y ver el manejo de las cosas allá, quiso que su obra siguiera perteneciendo a la ciudad.
Además impresionan con sus formas curvas, como un telón permanente para los cerros desde ese punto. El ladrillo bogotano, uno tras otro se enfilaron para dar lugar a unas gigantes que desafiaron en su momento los limites de altura. Como vigilantes aún están ahí imponiéndose en el paisaje urbano aunque hoy ya no estén en el sector de moda. Sin embargo, se conjugaron perfectamente con el entorno, sin dejar de recordar en sus pisos y paredes por medio de letreritos dorados de cobre que es un espacio privado. Casi como si se tuviera que agradecer por poder transitar la obra.
Por otro lado, pienso que sus habitantes son una partida de caneleros. Si, se canelean las corridas de toros. Me supongo con un amigo allí diciéndome "vamos a la corrida de Cortazar, es gratis". Pero no sólo eso, la sensación que debe producir para un ego con dinero e un niño yupi mirando por encima del hombro en la torre así, porque aparte son escalonadas y el barrio de enseguida genera un contraste con la opulencia de las torres. Si al otro lado viven, los que según el discurso de los más recalcitrantes: su derecho a vivir es posible porque se necesitan personas que barran las calles.
Finalmente resultaron ser una desilusión más de este país. Pues aunque fueron entregadas cómo viviendas de interés social, merece un estudio en manos de quien quedaron los predios. Hoy por hoy ocupadas por abogados, bohemios y demás personas que logran ostentar un buen nivel económico. Las Torres del Parque siguen ahí para ser visitadas, observadas, transitadas y demás, con sus letreros recordatorios de ser privadas.
Todo lo anterior logra mostrar lo mixto y lo ambiguo de este país, en unos edificios de mitad del siglo pasado, pioneros de las edificaciones altas en Colombia. Por esto y más son dignas de ser reseñadas y conocidas.
Resultó curioso desde el primer momento los espacios tan abiertos, de aseso tan publico. Ésto fruto de la presencia constante de Salmona; quien hizo todo para que los habitantes de este lugar no encerraras entre muros y rejas un espacio hecho para integrarse con la ciudad. Al parecer resultaba controvertido ante una sociedad de mestizos clasistas que lo publico promueva una sociedad más equitativa. Salmona quien venía de estudiar en Europa y ver el manejo de las cosas allá, quiso que su obra siguiera perteneciendo a la ciudad.
Además impresionan con sus formas curvas, como un telón permanente para los cerros desde ese punto. El ladrillo bogotano, uno tras otro se enfilaron para dar lugar a unas gigantes que desafiaron en su momento los limites de altura. Como vigilantes aún están ahí imponiéndose en el paisaje urbano aunque hoy ya no estén en el sector de moda. Sin embargo, se conjugaron perfectamente con el entorno, sin dejar de recordar en sus pisos y paredes por medio de letreritos dorados de cobre que es un espacio privado. Casi como si se tuviera que agradecer por poder transitar la obra.
Por otro lado, pienso que sus habitantes son una partida de caneleros. Si, se canelean las corridas de toros. Me supongo con un amigo allí diciéndome "vamos a la corrida de Cortazar, es gratis". Pero no sólo eso, la sensación que debe producir para un ego con dinero e un niño yupi mirando por encima del hombro en la torre así, porque aparte son escalonadas y el barrio de enseguida genera un contraste con la opulencia de las torres. Si al otro lado viven, los que según el discurso de los más recalcitrantes: su derecho a vivir es posible porque se necesitan personas que barran las calles.
Finalmente resultaron ser una desilusión más de este país. Pues aunque fueron entregadas cómo viviendas de interés social, merece un estudio en manos de quien quedaron los predios. Hoy por hoy ocupadas por abogados, bohemios y demás personas que logran ostentar un buen nivel económico. Las Torres del Parque siguen ahí para ser visitadas, observadas, transitadas y demás, con sus letreros recordatorios de ser privadas.
Todo lo anterior logra mostrar lo mixto y lo ambiguo de este país, en unos edificios de mitad del siglo pasado, pioneros de las edificaciones altas en Colombia. Por esto y más son dignas de ser reseñadas y conocidas.
Espero que esta imagen de
Wikipedía les ilustre un poco de que es mi vomito verborreico.
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